Rojo fulgor tiñe al infinito:
las mejillas de la aurora
sangran el negro velo que las cubre
opacando las titilantes estrellas que
de sus esferas se muestran silenciosas
Nuevamente la vida reverdece
llenándose de clara luz
cuando aquel disco de oro
vierte de sus vidriosos cántaros
chorros de cegante resplandor
Pero, al fin, las tinieblas se cierran
sobre la azul bóveda que cobija al mundo
oscureciendo al continente de los cielos
hasta que el último haz de luz
muera en ondas de sombría calma
Y una vez más transcurre otro día
y de diversas maneras todo continúa su curso
porque el incansable peregrino del tiempo
jamás se detiene en su incesante andar
por el escondido sendero de la existencia
Vida, maravilloso misterio incomprensible:
eres cual mágica y bella luciérnaga
que se enciende con inocencia
pero, al mismo tiempo apaga con sabiduría
sobre este espléndido jardín de primavera
de la equivoca y humana naturaleza
no manchen tu alma tierna
pero, que las virtudes, sueños e ilusiones;